jueves, 24 de marzo de 2011

El reino visigodo (507-711)

1. La formación del reino visigodo
El año 409, el Imperio Romano autorizó a los visigodos a asentarse al sur de la Galia y a controlar los territorios de Hispania. Cuando desapareció el Imperio Romano el año 476, el reino visigodo, que se extendía desde la Loira hasta el Tajo, consiguió su total independencia. Pero el año 507, después de la derrota en la batalla de Vouillé, los visigodos fueron desplazados a la Galia por los francos y establecieron en Hispania un reino visigodos independiente con capital a Toledo.

La monarquía visigoda construyó su dominio sobre la Península a partir de un proceso de unificación territorial, política, religiosa y jurídica. En primer lugar, Leovigild (572-586) y su hijo Recared (586-601) consiguieron expulsar los bizantinos. Dominado el territorio, estructuraron una monarquía que se convirtió hereditario y en la cual el monarca se servía de una serie de instituciones de gobierno. Para completar este proceso, Leovigild promovió la igualdad de los hispanoromanos y de los visigodos y derogó la ley que prohibía los matrimonios mixtos; posteriormente, su hijo Recared se convirtió al cristianismo (589), religión mayoritaria entre los hispanoromanos; finalmente, Recesvint (653-672) promovió una ley única para los dos pueblos, el Liber Iudiciorum (Fuego Juzgo).

2. La ruralización de la sociedad
La economía se ruralizó y la agricultura y la ramadería se convirtió en las actividades básicas.

Los invasores germánicos se repartieron las dos terceras partes de las tierra peninsulares, que eran trabajadas mayoritariamente por colonos. La tendencia de la monarquía a pagar los cargos administrativos o militares con tierras públicas, que se explotaban en usufructo, dio lugar a la concentración de la propiedad a manos de la nobleza visigoda o hispanoromana. Mientras tanto, los esclavos resultaban cada vez más costosos de alimentar y difíciles de retener, de manera que, poco a poco, fue equiparándose los colonos y unos y otros dieron origen a un nuevo grupo de labradores dependientes (siervos).

A mediados del siglo VII, el reino visigodo entró un crisis a causa de la incapacidad de la monarquía para cobrar tributos y mantener la autoridad.

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